lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Para qué soñar?... la realidad es mucho más disparatada


"Las convicciones pueden volver ciego al hombre, y loco. Pueden devorar su corazón y convertirlo en una bestia" Sabias palabras de un gran hombre, cuyo nombre ya me cuesta hasta recordar…
“Palabras, palabras, palabas” que decía Hamlet, pero ¿hasta qué punto transforman el alma humana los ideales, hasta qué punto devoran su corazón?
La respuesta está en la historia, como me decía cierta profesora mía, en los libros de filosofía, en la literatura, hasta en la mayor y a la vez más horripilante, lúgubre,  terrorífica y abominable creación del ser humano: la televisión.
A lo largo de la historia encontramos convicciones que cambian las sociedades, políticas, economías… sin embargo algunas de ellas acaban convirtiéndose, mejor dicho, transformándose en monstruosas mareas destructivas que enfrentan a hombres contra hombres.
No está tan lejos el ejemplo si sabemos buscarlo, claramente podemos distinguir infinitas convicciones pasadas y presentes e incluso vaticinar algunas que aún están por llegar.
                     Podemos empezar nombrando aquellas que tanto bien han hecho al mundo, aquellas ideadas por nuestros ancestros, las que nacieron en la cuna de occidente: las convicciones griegas. Estas, de la mano de grandes filósofos como Sócrates, Platón, Aristóteles, Tales de Mileto o Epicteto, han cumplido un papel fundamental en la creación de las Polis, el Estado de Derecho o Democrático y de otras muchas culturas, además de la puramente mediterránea.
Otras, malogradas por personas poderosas, han acercado el mundo al abismo y lo han zarandeado hasta sembrar en él el desconcierto y la duda incluso sobre cuestiones básicas: la moral. Han llevado a cabo genocidios contra pueblos o, inclusive más a menudo, contra otras convicciones, enfrentadas, que se desgarran unas a otras hasta incluso tal punto, que al terminar el enfrentamiento ya ni se ha recordado el motivo que los llevó a tal, ni cuales eran los valores o ideas correctas y cuales las erróneas.
                   Es muy fácil caer o dejarse llevar por una convicción, encerrarse en ella, protegerla hasta la muerte… pero, ¿realmente merece la pena perecer por una convicción, por nuestra propia integridad? Desde luego eso debieron pensar aquellos que entregaron su vida por una causa, por una idea, que no ideología: los quinientos mil republicanos fallecidos durante la Guerra Civil Española, o los sesenta millones de chinos asesinados por Mao Tse-Tung durante la Revolución Cultural, como dijo V en “V de Vendetta”: “Nuestra integridad vale tan poco… pero es todo lo que tenemos, es el último centímetro que nos queda de nosotros, si salvaguardamos ese centímetro, somos libres”.
Todos ellos dignos de mención cedieron su aliento por algo en lo que creían, algo que se sitúa por encima de todos nosotros, o al menos así lo sentían.
Sin embargo, mucho más a menudo de lo que todos quisiéramos y claramente más veces de las que pensamos, ocurre que nos inculcan ideologías, que no convicciones, desde nuestras familias, pueblos o culturas. Nos bombardean de doctrinas, credos y religiones. Nos inundan de falacias políticas, capitalistas, demagogas y mentiras. No hay que confundir ideología, que es el conjunto de nuestro pensamiento, sopa de virtudes morales o inmorales, inclinaciones sociales y religiosas con convicción, no es lo mismo, ya que las ideologías cambian incluso a placer, pero de las convicciones se vive,  para los hombres las convicciones son el mismo oxígeno sin el cual nos marchitaríamos en este mundo de incoherentes.
                      Algunos incluso trafican con falsas convicciones. Utilizan trucos y engaños para someter a los pueblos y convertirlos en armas de sus ambiciones.
“Para escribir la historia hay que ser algo más que un hombre, pues quien se atreve a tomar la pluma de esta gran justiciera ha de estar libre de prejuicios, intereses y vanidades”. Esto dijo Napoleón una vez. Frente a las nobles convicciones se encuentra ese afilado trípode de los impuros para luchar por una causa, aquellos que caen en el error tan habitualmente que a menudo se preguntan dónde está la meta de todo hombre, aquella que hace ya tiempo les quedó diluida entre sus quiméricas verdades.
                      Pero a menudo nos dejamos gratamente embaucar por sentimientos, que nos iluminan y nos hacen extasiar: amistad, cariño e incluso amor. Son emociones, pasiones, entusiasmos, fogosidades, exaltaciones… Al fin y al cabo, todo aquello que nos completa, y que frecuentemente suelen ir acompañados de profundas convicciones, solemnes y desinteresadas, íntegras y duraderas hasta el fin de nuestros días. Pero hoy todo se transforma, se estira, se retuerce, se desfigura, hasta que llegamos a una sociedad artificial, un mundo hecho de papel de fumar.  Un lugar plagado de falsedades que a menudo se mediatizan a través de la “caja tonta” robándole el alma a la gente. Una sociedad en la que si se rompe una relación rápidamente se sustituye por otra sin tan siquiera pensar en darle arreglo.

                   Porque la falta de convicciones ha derivado el mundo en una inútil sombra de lo que fue, para provecho de pocos, con la ignorancia de muchos, y para la desgracia de todos.

 

 

domingo, 19 de agosto de 2012

¿A qué me recuerda...?


Hace aproximadamente una semana tuve la oportunidad de leer un apartado en el famoso periódico "El País", en el que hablaba de las últimas manifestaciones ocurridas en toda España, y especialmente en Madrid, con motivo de los abusivos recortes en subvenciones en el ya ancestral sector de la minería. A pie de página podía observarse una fotografía de la principal arteria madrileña, la Gran Vía. En la calle, se veían decenas de miles de personas con pancartas, pitos y camisetas especialmente diseñados para la ocasión, y, no pude sino preguntarme a qué me recordaba...


                        El 14 de Julio de 1789, en Francia, fue tomada la Bastilla, símbolo del absolutismo y joya de la corona nacional. A sus puertas la gran muchedumbre del pueblo parisino reclamaba, portando hoces y palos, las reformas necesarias para erradicar el hambre y acabar con los abusos a los que estaban siendo sometidos desde hacia años. La población tomó el edificio, y empezó a desmantelarlo a un ritmo frenético. Este fue el principio de un movimiento sumum de los levantamientos a nivel mundial, la afamada Revolución Francesa.
Al igual que esta, largas y sucesivas revoluciones a nivel de todo el orbe han sido protagonizadas por los ilustrados e inconformistas, jóvenes y no tan jóvenes, y en la cuna de todas las culturas.
Si os dais cuenta, el espíritu es el mismo: revueltas, manifestaciones, corrupciones... la brecha que separa España se ensancha, la derecha cada vez más extrema y desentendida con los movimientos sindicales, la izquierda exigiendo las reformas que tras ocho años ellos no han llevado a cabo, y los nuevos partidos cada vez más críticos y agresivos con los tradicionales, aventajados por el único factor que impide realizar hacia ellos reproches o acusaciones legítimas, ya que nunca han tenido la ocasión de defraudar a la población, y por ello se la ganan con tanta facilidad. Que no es que pueda desaprobarlo, pero que siempre asusta en cierta medida.
Sin embargo: la calle llena de manifestantes y los juzgados de políticos acusados de "malversación de fondos y tráfico de influencias", como si con esos tecnicismos dejaran de ser crímenes.
Nos encontramos claramente ante la "España idiotizada" que nos muestra Sánchez Dragó, ante un cambio pedido a voces, y no me refiero en política, ¡qué desgastada está la expresión de "cambio"!. Pero es así, hay que llamar las cosas por su nombre...
Sin embargo, no hablamos de un cambio tan evidente, ya que la corrupción, los recortes, la reducción de derechos... a todo esto ya estamos acostumbrados, son amplias y no tan amplias reformas que siempre han estado encima de la mesa española, con unos y con otros, en dictadura y en democracia, ahora y hace treinta años.
Rutina y más de lo mismo, es siempre esa canción y no otra, la misma "nana" con la que nos adormecen mientras los de arriba cambian, retuercen, destrozan, cortan, calcinan, reducen, marchitan, destruyen, rajan, desmiembran, y atropellan nuestra democracia, que ya ha perdido hasta el sentido lógico y gramatical de los términos clásicos de los que procede, ya que "demos" se traduce como pueblo, y "cracia" como poder; el poder del pueblo usurpado por una interminable lista de personas (si se les puede llamar así), personas, que no políticos, personas que más bien son expertas en publicidad y marketing, que son tiranos de una profesión cuya reputación ha sido defenestrada y derruida, personas que han acabado con ese "ser político" del que habla Platón, y han arrastrado nuestro Estado de Derecho hasta la pura Demagogia descrita por Aristóteles.
                                       Es triste pensar, más bien recordar ensayos de sociedades pasadas, que han funcionado, no bien, pero sí mejor que la que se abre ante nosotros. Es penoso sentir el vacío del que te llena el pensamiento de rotura, de desorden, de caos propio y sin demora al que nos acercamos, cada vez más, desde que este intento de corporación, empresa o consorcio que llamamos Estado se metamorfoseara en la más horripilante antítesis de la Utopía que nos narró Tomas Moro, hace ya casi seis siglos.


viernes, 10 de agosto de 2012

Eso dicen aquellos que viven estos tiempos, pero no les toca a ellos decidir, solo pueden decidir qué hacer con el tiempo que se les ha dado.


"Yo hace ya tiempo que dejé de luchar contra el mundo" me dijo cierta chica una vez... pero no hay que dejar de luchar contra el mundo, el día que dejemos de hacerlo, no habremos nacido sino para formar parte de una máquina caótica, descontrolada y a su libre albedrío. Ese día, dejaremos el destino del mundo a su merced.

                      Profundas palabras, me atrevo a decir, de una desoladora y nostálgica noche en la que las ideas ya no se perciben con total claridad, noche, que como muchas otras me hayo aquí, junto a vosotros, en una habitación inundada, en la que huele a incienso de jazmín, a noche, a libros recién comprados entre los que resaltan “Utopía” de Tomas Moro o “Así habló Zaratustra” de Friedrich Nietzsche. Noche que sin embargo destaca por algo, hoy no tengo intención de acabarla, no pronto al menos, no hasta que esta desaparezca exterminada por los primeros rayos de la mañana, no hasta que termine mis pensamientos, hasta que los ordene, clasifique, alfabetice, encasille, numere o por lo menos, los encierre a todos en un baúl, en el cual no puedan atormentarme.

Y por qué iban a atormentarme… no deberían al menos, ¿no tendrían que obedecerme?, no, muy a pesar de esta enorme, ancestral y desproporcionada costumbre mía  de controlarlo todo, no, no puedo controlar esta misteriosa y afligidora máquina de desdenes irritados que llaman mente, la cual surge  en los momentos intranquilos, se alza cual un águila imperial en la montaña por la noche, cuando más me cuesta conciliar el sueño para tratar de buscar sentido a mis inquietudes, de analizarlas, corregirlas, encubrirlas, minimizarlas o simplemente destruirlas, ahogarlas en un mar de elocuente banalidad que es mi conciencia, junto a mi ego, mi despotismo o mi inventada supremacía incandescentemente inmortal… al menos hasta que yo me descomponga; “polvo al polvo” dijo Dios una vez.

Egoísta yo, que solo hablo de mi, de mi desdicha y mi incontrolada elocuencia desabrupta obviando el tema de mi monólogo… mi individualismo me hace apartar el motivo de mi desvelo, mi intranquilidad o mi inoportuna capacidad de análisis nocturna de temas elásticos… ¡va! ¡Qué infame y mentiroso! Elásticos no…

Y… ¿Cuál es ese tema? Te preguntas, tranquilo, no has de preguntar algo que ya sabes, salvo que desees acentuar la importancia del fondo o el contenido implícito sin embargo, en el diálogo insufrible al que te someto desde la primera línea, que nunca debió ser escrita ya que, y es cierto, a estas horas todos deberíamos dormir, pero los locos no duermen, solo piensan, y es eso tal vez, mi locura lo que me lleva a molestarte con mi extremadamente estúpido defecto o capacidad para inquietar las mentes ajenas, que dejan rozar su mirada curiosa sobre estas líneas de demencia. Y la pregunta de fondo es… ¿qué haces tú aquí? Ya que yo solo extingo una innata necesidad de expresar mi inacabada obra de comunicación, de expresión vital, de desdicha en este mundo cruel… no obstante, la inspiración viene cuando menos te la esperas, pero siempre acaba llegando, el problema es que no todos sabemos esperar lo suficiente como para darle tiempo a llegar, a llenarnos con su esplendor, a cogernos la manos para hacer un lienzo, una estatua, escribir una canción, o un relato, o, como yo, un loco ensayo sobre nada, ya que nada es lo que escribo, para todos y para nadie.

Y aún no te he dicho de que hablo, ¿verdad?, y no lo voy a hacer, no es prioritario en mi desorden mental, en todas las anotaciones desordenadas adheridas con potsit amarillos en la pared de mis ideas. Pero tranquilo, el mundo nunca se queda con lo que tiene preparado para cada uno de nosotros, este termina siempre entregando a cada cual su pertenencia si realmente es para sí. Interesante lugar el mundo, ¿no crees?, un lugar en el que vivimos, al que llegamos con una sola condición, y al que desgraciadamente tomamos tanto cariño como para no querer abandonarlo, lugar al que adoramos, al que queremos, como a una madre… pero él no nos quiere, no de esa forma al menos, ya que para este cumplimos una función, temporal, ilícita en el mandato con el que nos expulsa del limbo divino y misterioso que se nos narra desde antaño, desde el que nos lanza a sí mismo, desnudos y perplejos ante una realidad muy desconocida y sorprendente, rara, incompresible pase el tiempo que pase, macabra incluso y cíclica, como ya he mencionado.

A pesar de ello adoramos ente mundo bipolar, perplejamente enamorados de algo que creamos día a día, y que modificamos como pequeños dioses olímpicos.

El mundo es bello, apasionado, selectivo, sorprendente, interminable,  embaucador, cíclico, incorruptible pero también  macabro, caótico, cruel, malicioso, desproporcionalmente misterioso, y poderoso, tan poderoso que los hombres desde tiempos inmemoriales le han rendido lealtad y culto, se han postrado ante él como sus hijos, súbditos y vasallos, con el más puro pensamiento de lealtad hacia él. Sin embargo, ahora, en nuestro extraño, difícil, y cambiante tiempo, el hombre se ha mostrado insumiso y vanidoso, se ha apropiado de este, lo ha cortado y repartido entre sí y lo ha maltratado y lo maltrata sin reparo alguno que ofrecerle.

Pero… ¿Qué creemos que somos?

El ser humano es tan solo una mota de polvo ante tanta grandeza, ante la magnificencia de aquel que nos ha creado y nos ha modelado convirtiéndonos en lo que somos, una insignificante variable del primate, algo no solo prescindible, sino que en algún caso innecesario y devastador para la tierra, que no nos pertenece, ya que nos ha sido prestada. Pero no entendemos que el no tratar bien este “alquiler” nos hará perder la fianza, que no es sino nuestra raza, el hombre, nuestra supervivencia en este mundo, un sí o un no. Pero somos arrogantes, despilfarradores, inadecuadamente desproporcionados y desequilibrados, insalubres con nuestro planeta, mortales allá donde pisamos y crueles con todo lo que crece y nace a nuestro alrededor.

No hay otro final posible para nosotros. No sobrevivir es un hecho que anida en nuestro corazón desde que poseemos un hito de conciencia y razón, el hombre se desvanecerá cual un tigre viejo en la nieve que presiente su fin, y va a yacer a un a cueva, cerrada y perdida, a dormitar y expirar su último aliento, el último sueño, del que nunca despertará.



                                         ¿Te has perdido? Yo creo que no… has encontrado el tema, sin que lo haya desvelado directamente, sabes de que hablo, tu también lo sientes, como cambia, como transita, ese espíritu tornadizo que nos domina en una mayor medida de la que estamos dispuestos a asumir, que nos mira, como ese gran ojo de Sauron, señor de las tinieblas en la tierra media, que siente de una forma diferente a nosotros, siente a lo grande, como siente un astro, como sienten los bosques, o los océanos divididos artificialmente por los hombres, pero que son uno; uno solo es el planeta, la imagen que tenemos de él, y uno solo es el espíritu, que nos ata gratamente, y que desafortunadamente despreciamos, como si esa conexión destrozara nuestra libertad, y es al contrario, la engrandece, ya que no hay mayor libertad que la que se vive en paz y junto a los demás seres vivos, que la que se vive respirando y sintiéndola, tal y como ella nos siente a nosotros fundidos en uno solo, frente a la inmensidad de las estrellas y la infinidad del Universo.

domingo, 10 de junio de 2012

Cuesta abajo y sin frenos

Muy a pesar de casi cincuenta millones de españoles, y en suma a la decadente situación tanto europea en general, como nacional en particular, nuestro queridísimo señor Rajoy parece haber olvidado las doradas promesas que tanto utilizó para embelesarnos. Aparentemente y por lo que podemos observar hoy día, la importancia de las palabras desaparece, y no es el pueblo el precursor de esta catástrofe, sino la ostentosa y extravagante clase política que nos mueve, si esto puede agrabar aún más este notorio problema. Haciendo uso de un admirable y elocuente discurso, no solo ha alcanzado la Presidencia del Gobierno, sino que se ha instaurado en el poder con una mayoría absoluta en el principal órgano de gobierno, que a veces le hace olvidar que esto no es una "carta blanca" en lo que a la decisión con respecto a las medidas económicas y sociales se refiere. No señor Presidente, que once millones de personas depositen un papel con su signo político en las Urnas no significa que puede hacer y deshacer a su antojo como si fuera el "Rey Sol" abrasándonos desde las alturas.
Me hace sorprender notoriamente el que tontos (que no tantos) millones de ciudadanos españoles caigan en las redes de tan pobre mentira, que en el mejor de los casos nos arrastra hacia una situación post-dictatorial, en derechos y obligaciones. Y no es que quiera comparar a nuestro Ilustre señor Rajoy con semejantes gobernantes, si es que se les puede llamar así, todo lo contrario, pero solo urge señalar que una situación como la actual es "caldo de cultivo" de despidos gratuitos, desigualdad de condiciones, y otras rápidas reformas de aquí nuestro actual gobierno claramente progresista.
Pero no quiero faltar el respeto, como muy reprochablemente hacen ellos, la falta de educación caracteriza más a la derecha desquiciada tras ocho años sin poner las manos en la dirección del país. Aunque ahora bien podríamos hablar claramente de falta de educación, pero no en el mismo sentido, más bien dirigiéndonos al campo del avance escolar y universitario. Y, ¿por qué podríamos referirnos a esta cuestión?, pues no os daré una respuesta, os daré datos: menos inversión en la pública (tanto educación como sadidad, cabe también destacar), masificación de las clases, reducción de interinos, etc, un pequeño resumen de las políticas sociales y semi-econímicas de nuestro Excelentísimo Señor Presidente.
Sin embargo no es cuestión de desprestigiar más, digo, su afamada reputación, sino de ensalzar y dar eco de sus "abordistas" políticas economicas, ya que este y no otro es el plato principal del menú conservador: un paquete de reformas estructurales que haciendo uso de su humanidad más profunda pretenden dar prioridad a la indústria en detrimento de las ayudas sociales y la sociedad del Bienestar.
No obstante carezco de la intención de explicaros punto por punto aquestas barravasadas, no estoy aquí para impresionaros con todos los movimientos anti-constitucionales de nuestro nuevo gobierno, sino que voy a intentar establecer para vuestra congratulación una relación entre sus políticas y las llevadas a cabo por los gobiernos conservadores estadounidenses durante la guerra fria, y como contrasta en rotundidad con los principios de liberalismo económico capitalista:

  • Rechazo a la intervención del Estado: la excesiva regulación era una de las principales causas del ritmo de crecimiento. El lema de estas políticas era "menos Estado y más mercado".
                Como podeis observar, las políticas de Rajoy (siento la personificación, pero es en contraste similar a las de ZP, como se acostumbran a llamar) son estrechamente similares a las llevadas a cabo en esta época. El Estado interviene en la economía minimamente, dejándola a su "libre albedrio", por lo que las grandes, medianas  y pequeñas empresas se encargan de regular tanto su expasión en el extranjero como en el interior del país, y su libre y descontrolada competencia (muy a menudo sucia y descarriada) con empresas incluso nacionales, que desmenuzan la economía dejándola más debil en épocas de descenso del consumo, o de desmoronamiento económico, como la actual.
Si realmente os dais cuenta, no se aplican las reformas a nivel económico que dirijan la economía, sino que se imparten solo las necesarias para empujarla levemente, con el sueño utopico de que por sí misma va a despertar, y a reactivarse. Pero esto solo ocurre a niveles muy superiores, unicamente una política así podría funcionar en naciones con un desarrollo económico abismalmente  superior a nosotros (como ha ocurrido en Alemania o EE.UU.).

  • Recorte del Estado de Bienestar: el gasto público debía diminuir, y para ello había que recortar las prestaciones sociales. Al recortar gastos podría disminuir la presión fiscal, con lo que aumentaría el consumo privado. Si se reducían los impuestos a los más ricos, crecerían las inversiones, ya que estos podrían destinar sus ahorros a crear riqueza en lugar de pagar tributos.
                 También es un hecho innegable que el Estado de Bienestar se ha desparramado. No se puede mantener, claramente, si no incrementamos los ingresos del Estado a las arcar públicas, y en vez de esto, en cambio, se realizan políticas que recortan el gasto, impidiendo la mayor fluidez crediticia que tan desesperadamente necesita nuestro país. Es un secreto a voces que sin gasto no se producen ingresos, necesarios para engrasar el obsoleto sistema financiero español, que tan propicio es a degradarse con el más mínimo movimiento en sus estructuras.




                Las últimas estadísticas de la riqueza en el mundo nos muestran como los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres. Gracias a políticas neo-conservadoras y liberales los marcos de ingresos entre pobres y ricos, a medida que pasan los años, van incrementandose notablemente. Aquí teneis un video sobre este tema, que tan solo muestra estadísticas hasta 2008, las de el gobierno actual las conoceremos en el futuro, y serás desoladoras.


  • Menos regulación del mercado laboral para reducir el desempleo: El neoliberalismo atribuía el paro al deficiente funcionamiento del mercado de trabajo. Este, al ser controlado por los sindicatos, presionaba para subir los salarios, dificultaba el despido y pretendía que los contratos fueran fijos. Si se facilitaba el despido y se daba mayor facilidad a las contrataciones, la mano de obra se desplazaría hasta donde fuera necesaria. La reducción de los subsidios de desempleo y de las ayudas sociales incitaría a los trabajadores a buscar empleo con mayor rapidez.

                              Como en EE.UU. en 1980, bajo la presidencia de Ronald Reagan, Rajoy aplica hoy estas reformas. Interviene en el mercado laboral (con la polémica Reforma en este sector) para facilitar los despidos, dando más ventajas a los empresarios y obligando a los trabajadores a arrastrarse por cuatro empleos cochambrosos, infravalorados y que les obligan a desplazarse hasta lugares muy lejanos a su residencia, y a verse obligados a gastar mucho más que en una situación de normalidad, lo que nos deja a los niveles de la revolución industrial, donde las condiciones eran casi siempre deplorables: jornadas de más de diez horas, pagos por pieza producida, salarios bajos, inexistencia de asistencia sanitaria, altísima inseguridad laboral,etc.
También se hace notoria la reducción de subsidios y ayudas, que ponen a un gran sector de la población en una situación sin ningún tipo de ingresos, lo que aunmenta la ya arraigada brecha social que hoy día nos separa.



                             Todas estas políticas estan siendo reaplicadas en nuestra nación, con la intención de activar la economía, pero bien vímos como ya en esa época fueron totalmente ineficaces, en la misma medida que veremos lo ineficaces que son en la actualidad.
A continuación trataré de explicaros los principios básicos del capitalismo moderno, tal como los expuso el economista John Maynard Keynes (sobre el cual podeis ver un video a continuación), que rompían con la tradición liberal, y lo lejos que quedan de las políticas de nuestra maravilla de Presidente:




  • El objetivo de la economía: es la búsqueda de la felicidad social, reflejada en el pleno empleo y en la paz social. Para ello, en una democracia avanzada, el Estado debe intervenir en la economía para solucionar los problemas, corregir los desequilibrios y regular a lactividad económica. El fin es mejorar el funcionamiento del mercado, sin obstruirlo ni suplantarlo ni limitar la libertad de acción de empresacios y trabajadores.
                             Como podeis observar, los políticas actuales rompen de lleno con la esencia del capitalismo Keynesiano, que basa en el mismo una estabilidad para alcanzar la felicidad común. Cada día, cada hora, los mercados acentuan su presión a España, debido a su baja ragulación y sus desequilibrios, impidiendo actuar libremente y con fluidez de crédito e inversión a empresacios, ahorradores y trabajadores. Todo ello retrasa el avance de nuestra nación a la par de Europa.

  • El Producto Interior Bruto: las políticas estatales deben abordar la economía nacional como un todo, atendiendo al conjunto de la demanda nacional (como explica Keynes en el video). El idicador fundamental de la riqueza de un país el el PIB, constituido por la suma de todas las demandas. El Estado, aumentando su gasto, puede contribuir al incremento de la riqueza nacional, a la creación de empleo y a la correción de los desequilibrios existentes.
                             A diferencia de lo que expone el creador del capitalismo moderno, en nuestro país la economía no se aborda como un todo, sino que se encuentra extremadamente dividida en varios sectores (Comunidades Autónomas), que regulan un alto porcentaje de la actividad económica impidiendo al Estado imponer una política común al conjunto de la nación, debilitando las reformas que se lleven a cabo (independientemente de si estas son acertadas o claramente erroneas).
También, en contraposición a este pensador, Rajoy y su circulo de gobierno (abocados a los grandes empresarios y banqueros, los cuales imperan sore las decisiones del ejecutivo) estan llevando a cabo una serie de reformas claramente improductivas para el empleo, ya que rompiendo con la dinamica de lo que tradicionalmente ha sido nuestra economía recortan el gasto del Estado de forma demoledora, incrementando las dificultades para ingresar el poco crédito que entra actualmente en las arcas públicas.

  • La política fiscal: a través de la misma, el Estado establece y recauda impuestos. Cuando mayores sean estos, menor será el consumo de las familias, y por tanto, menor los ingresos al tesoro. El déficit estatal no es perjudicial; por el contrario, hace que la economía funcione mejor. Si, además, se exijen mayores contribuciones a los que más poseen y menores a los más desfavorecidos, se establece un sistema de justicia social que fortalece la democracia y la paz social.

                                 Rompiendo también con la dinámica, se espera que nuestro estado incremente la recaudación de impuestos (aún más si cabe) sin distinción alguna sobre el pueblo, ya que este incremento se daría en un futuro en el IVA nacional, por lo que afectaría a todos por igual indistintamente de su condición social y económica.
También en contra de esta corriente de pensamiento, el gobierno promueve la desaparición del déficit público, lo que ocasiona por un lado menos intereses a pagar por el mismo, pero por otro aún menor fluidez del tan preciado crédito que nuestro país tan desesperadamente necesita (teniendo que recurrir a los mecanismos europeos para la obtención de préstamos para las entidades bancareas).
En contra de la propuesta socialista del último gobierno, a cerca del "Impuesto de Patrimonio"(que obliga a las personas más ricas a pagar un mínimo porcentage de sus fortunas), nuestro queridísimo señor presidente desbancó esta medida tachándola de ineficaz, impidiendo la llegada a un verdadero sistema de justicia social, en el que los ciudadanos más pudientes depositaran mayores contrubuciones a las arcas.

  • La Política Monetaria: mediante la cual el Estado regula la cantidad de dinero en circulación y elevando este, bajar el tipo de interés si desea que aumenten los créditos bancareos, las inversiones y el consumo en general. Estas medidas producen el "calentamiento de la economia", al aumentar la actividad económica se crea más empleo. Aunque los precios tienden a subir y se genera inflación, si está controlada resulta positiva para el empleo y el crecimiento económico.
                             Nuestro estado en la actualidad se encuentra en un momento de contracción de la economía, hasta tal punto que los bancos, al verse desposeidos de los abismales beneficios de los que gozaban hace a penas unos años, suben el tipo de interés de los préstamos, lo que proboca una disminución de su demanda. Esto, junto al enfriamiento de la economía nacional produce un hundimiento en las inversiones y en el consumo, lo que , com ya he mencionado anteriormente reduce los impuestos y obliga al Estado a colocar más deuda (déficit) en los mercados, lo que, si no va acompañado de un crecimiento económico, resulta claramente perjudicial para el desarrollo, ya que implican mayores sacrificios en pos de pagar los intereses que derivan a de esta.


                                 Para terminar os ilustraré solamente con una famosa cita requerída de Ortega y Gasset: "España es el problema, Europa la solución"; lo que nos impulsa de lleno en la problemática de los dificultosos sistemas europeos de estabilidad y políticas comunes que, muy a pesar de casi cincuenta millones de españoles, no nos benefician tanto como hubiera gustado a François Mitterrand, John Maynard Keynes, o el propio Otega y Gasset que nos miran, desde allá donde se encuentren, con tristeza y nostalgia.